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lunes, 27 de junio de 2011

Prólogo: De cómo una niña pasa de raptada a huérfana.


una niña pelirroja corría por las resbaladizas calles de Londres con la única esperanza de refugiarse de la lluvia que caía con insistencia. Pronto encontró su salvación: una mujer pelirroja de mediana edad que habría un portal que ningún viandante parecía ver, pero ella sí que lo veía, perfectamente, porque ella no era normal. Se puso a chillar gritando que la aguardara, que necesitaba ayuda urgente y, como muchas otras veces, sacó el colgante con la foto de una sonriente familia de pelirrojos. La mujer la miró, primero escéptica y luego con curiosidad y la invitó a pasar a su casa.
Entraron por un corredor estrecho, ya adornado con las típicas figuritas navideñas de la época hasta llegar a una cocina donde un niño moreno y larguirucho ojeaba aburrido un libro de texto. La mujer le dirigió una mirada severa (seguramente por estar allí tan tarde) y este salió de la habitación no sin antes dirigir una mirada de desaprobación a la chica. En cuanto salió la mujer se giró hacia la niña, que la miraba expectante:
-¿Quién eres y por qué tienes una foto de mi familia?-Su interlocutora la miró asustada y alzó las manos en señal de inocencia antes de contestar:
-Claudius descubrió algo acerca de Nuestra familia y me entregó el medallón. Ah…me llamo Nig.
-¿Y dónde está ese Claudius?-Nig tragó saliva y se enjuagó una lágrima antes de contestar:
-Muerto, como todos los demás. Los mataron en cuanto supimos lo del medallón. ¿Qué sabes de él, del medallón, digo?
-Del medallón, bastante, la verdad (si no contamos de dónde ha salido y la procedencia del metal, claro). Son todos mis hermanos y yo, que soy la única niña de la foto, evidentemente. Los dos más mayores son mis padres…aun así… ¿tú quién eres para preguntarlo?-Nig levantó las manos en, esta vez, señal de paz.
-Calma, eh, calma. Yo soy parte del experimento W. Somos siete niños que solo tienen un predecesor, o bien padre, o bien madre (obviamente). Según me contó Claudius una vez nos sacaban de un pelo de nuestro padre o madre; o algo así (asqueroso, ya lo sé). También me contó que era fácil saber si tienes padre o madre por tu sexo: siempre es el contrario. Así que  he de suponer que dado que tú eres la única chica y él era el único chico…era tu hijo. Lo siento, era un buen chico y practicaba bien la magia, sobretodo la seria. A mí me gustan más las bromas y eso, como a Lorrene. Luego estaba Michaela, que odiaba las arañas. Paulina, que adoraba los dragones. Y las otras dos eran más serias, Priscila y Bibian (aunque esta última tenía una cicatriz chulísima en la cara, como de una zarpa). Siempre me han parecido muy sosas… ¡Adoraba chincharlas!!! Igual que Lorrene, seríamos iguales de no ser porque ella tenía una oreja deforme, como hechizada… ¿Se encuentra bien?-La mujer parecía ida. Nig esperó pacientemente en la silla a que se recuperara, cuando lo hizo la propia mujer se exculpó sin necesidad de preguntas:
-Lo siento, es que sé perfectamente quién es quién y, bueno, es un poco traumatizante pensar en seis niños muertos y una huérfana…-Esta vez fue Nig la que abrió los ojos como platos. ¿Una huérfana? Es decir...su padre estaba muerto. Genial, maravilloso, justo lo que necesitaba para mejorar el ánimo. En ese momento comprendió que todos sus sueños se iban al garete, que no le quedaría ni la esperanza de conocer a su padre. Se llevó una mano a la cintura, sacó la varita, se apuntó a la cabeza y…Oyó un gritó mientras pronunciaba mentalmente el hechizo. Notó como la varita salía disparada de su mano e iba a caer a algún lugar de la habitación fuera de su alcance. Después oyó otro grito y se desmayó.
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Nig se despertó en una habitación de hospital días después. A su lado había un hombre pelirrojo, alto y delgado que la miraba con tristeza…o quizá melancolía. Al ver que se despertaba corrió a abrazarla y pudo decir entre sollozos:
-Te pareces tanto a él…-Nig abrió los ojos como platos (en parte por la sorpresa y en parte porque el abrazo no la dejaba respirar). ¿Qué se supone que pasaba? En ese momento entró una mujer morena, tanto de piel como de pelo, que le puso una mano en el hombro.
-George, cariño, creo que la chica necesitará explicaciones.-El tal George la miró y asintió, dejando a la vista una oreja deformada. Nig casi chilla, Lorrene. Sí, se le parecía mucho, quizá demasiado. Notó como un escalofrío le recorría la espina dorsal mientras George empezaba a hablar sobre su familia. La historia que oyó a continuación fue una de más duras del mundo conocido, con muertos, familias destruidas, traiciones y oscuridad, mucha oscuridad.
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Los días siguientes fueron muy rápidos, Nig entabló buena amistad con George y le prometió ayudarle en la tienda en verano, también consiguió entablar una gran enemistad con aquel chico que la había mirado mal (cuyo nombre era James). Después, la niña se fue a vivir con Ron, su mujer Hermione y sus hijos, Hugo y Rose; ya que eran los que tenían la casa más grande. La idea no la desagradaba lo más mínimo, adoraba a su familia, así que fue de buena gana. Cuando la Navidad acabó le dijeron que iba a ir a Hogwarts y le iban a asignar una casa, aunque todos estaban convencidos de que iba a ir a Gryffindor (hasta le regalaron una pequeña lechuza a la que llamaron así), aunque ella, sin saber muy bien el por qué, no estaba de acuerdo. 

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