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lunes, 11 de julio de 2011

2: De cómo le va la vida a Nig en Hogwarts.


Nig y Scorpius salían de clase de tranfiguraciones, la última de aquel día, cuando los vieron enfilar por el pasillo. Nig puso los ojos en blanco y sacó una bola roja de la túnica, la observó y con el cuidado de un experto la colocó entre dos piedras. Después corrió hacia Scorpius y los se metieron en un aula vacía. Aunque cerraron la puerta Nig aún podía oír las palabras llenas de veneno de James y sus amigos:
-¡Serán rastreros!!! Hoy ni se atreven a plantarnos cara los muy cobardes. ¡Perdón!!! Cobardes no, el estúpido engendro mal parido de Scorpius y la monstruosidad traidora que se hace llamar Nig.-Parecía que iba a añadir otra sarta de insultos contra los niños cuando una explosión los detuvo en seco. Nig le dio la mano a su amigo y los dos corrieron hasta llegar a la sala común, con las maldiciones de James y sus amigos de banda sonora. Por suerte, estaban solos:
-Al menos aquí estamos a salvo, por un rato.-Dijo Scorpius respirando entrecortadamente. Nig sonrió tristemente, era verdad, ellos nunca estaban a salvo, siempre tenían que huir, en el fondo, su vida ahora tampoco tenía tantas diferencias con la anterior. Suspiró y se sentó con Scorpius en el sofá y se dispuso a hacer el trabajo de Historia de la Magia, miró los papeles con desprecio y después se dirigió a su amigo.
-Te cambio los deberes de pociones por esto y todos contentos, ¿vale? Oye Scorp, ¡me estás escuchando?-El chico la mandó callar con la mano y le dio a entender que tenía que escuchar. Cuando lo hizo oyó la inconfundible voz de malo de peli de Gregory Topsonly detrás de la puerta.
-Oye, yo he hecho lo que he podido, pero la chica es escurridiza y siempre va acompañada de Malfoy y no creo que a su padre le hiciera mucha gracia que este desapareciera misteriosamente, sabe de nuestros planes, COLABORA en nuestros planes. Espera ¿qué haces?-No oyeron nada más. Scorpius señaló un recoveco detrás de un armario lo suficientemente grande como para ocultarlos y Nig no se lo pensó dos veces: corrió hacia allí seguida de su amigo. Una vez a salvo esperaron un rato, al no oír nada salieron lentamente, encontrándose con el  gran cadáver de Gregory en el suelo. Nig guardó un respetuoso silencio (aunque sin reprimir una mirada traviesa y, en parte, siniestra) durante un minuto antes de añadir:
-Esta vez nos hemos metido en un buen lío, Scorp. –Su amigo asintió, antes de ponerse a vomitar. La niña no pudo reprimir una sonrisa al verle, después corrió a llamar a un profesor.
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Mientras corría por los pasillos y evitaba escuchar los comentarios morbosos de sus compañeros de casa Nig buscaba a un profesor, bueno, lo buscaba hasta chocarse (literalmente) con él. Nig intentó mostrar su habitual desenfado, pero en ese momento reparó en qué profesor era.
Neville Longbotton la miró de arriba abajo, sus compañeras de habitación decían que era el “George Clouney” de los magos; a ella solo le parecía una cara en la que confiar, aparte de alguien que entendía sus “diferencias” con James. La cara de la alumna hizo el suficiente efecto en el profesor como para saber instantáneamente que necesitaba su ayuda.
-¿Haber, qué has hecho esta vez?-Le preguntó.
Sin más dilación Nig le condujo a su sala común y, una vez abierta la puerta, ella y Scorpius le mostraron el cadáver acompañado de sus sobrecargadas declaraciones, sobre todo por parte de la pelirroja, su amigo era más comedido.
-Y entonces le ahuyenté con mi súper-hechizo “torbellino”, es una pasada, si quieres se lo hago al profe de Historia para que compruebes su eficacia.-Neville levantó una mano y le dijo que no hacía falta continuar, conociendo perfectamente aquella estratagema de la niña. “La verdad es que sí que es clavadita a su padre” pensó mirándola de reojo. Se rió para adentro, “bueno, clavadita excepto haciendo amistades, seguro que ningún Weasly aprobaría su amistad con Scorpius Malfoy, por muy majo que este fuera”. Disipó aquellos pensamientos intentando no irse por las ramas y los miró a ambos:
-Ahora le contáis esto a la directora y, después, os vais al Gran Comedor a cenar, ¿bien?- Muy a su pesar los dos amigos asintieron y corrieron hasta el despacho de la directora. Una vez contada su historia (esta vez sin exageraciones míticas) fueron a cenar, donde, como muchas otras veces, les esperaban las pullas de sus compañeros de casa y, como muchas otras veces, el puño de Scorpius y las bromas pesadas de Nig tuvieron que permanecer debajo de la mesa, porque nunca les caía una bronca a Classilda Goyle ni a Herbert Black, ni mucho menos a alguno de los dos gemelos huérfanos, con su carita de ángel engañarían hasta al mismísimo Harry Potter, el actual ministro de magia y tío de Nig. Lo curioso era cómo habían entrado en Slytherin, ya que se suponía que todavía estaba en duda la pureza de su sangre. Era uno de aquellos misterios de los que siempre hablaban Rose y Scorpius, pero Nig lo tenía claro: era la casa de los desechos de la sociedad futura, es decir, un par de huérfanos con mente de psicópata encajaban perfectamente en su concepto de desechos sociales. Pensar en Rose la hizo sonreír, su nombre le recordaba que Scorpius y ella no estaban tan solos. Aunque había un problema notable: Rose y, como no, Albus, que era su otro amigo, iban siempre acompañados del resto de Gryffindors de primero y ninguno de estos quería saber nada de unos Slytherin, sobretodo de una niña que había nacido sin componente femenino y un Malfoy. Nig había insistido muchas veces en que si no sabían su nombre no tenían por qué saber su procedencia. Entonces Scorpius señalaba su pelo, sus ojos y su altura y le preguntaba y si con esos datos alguien había dudado, aunque solo fuera un instante, de quién era su padre (y eso sin contar que mantendrían una conversación con ella, lo que les daría las pistas definitivas). Entonces se señalaba la piel pálida, los ojos grises, el pelo rubio y su garganta y le decía que todos los Malfoy del mundo tenían esas características y a no ser que se tostara, se hechizara los ojos y el pelo y se le tomara la voz todo el mundo sabría que era un Malfoy (aparte de la incultura que tenía sobre el mundo mágico). Mientras pensaba en todo eso notó como algo se chocaba con su espalda, se giró y vió un papelito con un mensaje escrito en la pulcra e inconfundible letra de Rose:
¿Qué ha pasado antes? ¿Por qué se os han llevado?
Nig sonrió y escribió por el reverso:
Mala puntería, eh? Aprende de la maestra. Os lo contamos al salir, ultra-secreto. Misión especial. Ya sabes tú donde.
Después, viendo la cara de curiosidad de Scorpius se dispuso a contarle lo sucedido.
-Nada, ya sabes, que Rose se ha fijado en que hemos salido del despacho de la directora antes, y que yo entre y salga de allí como de la sala común es normal, pero que tu vallas no. Aunque Rose te tenga una manía que para qué no quiere decir que no sepa que no eres la clase de chico que se mete en líos. Y no me mires con esa cara, que todos sabemos que Rose y tú solo coincidís en las manías persecutorias (que ya tiene delito).  Anda, ¿nos vamos ya para el antiguo Gran Comedor?-Su amigo asintió y ambos se dispusieron a bajar hasta su lugar secreto.
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El antiguo Gran Comedor (o también llamado Sala de la Gran Batalla) había quedado sepultado después de las obras de reconstrucción, ahora era una especie de Monumento Histórico, aunque nadie iba a verlo (seguramente por eso mismo), así que era el mejor lugar para reunirse, aunque ya de por sí bajar era una tarea difícil y algo peligrosa, lo que costaba subir era aún peor, de modo que solo podían ir allí los viernes por la tarde, cuando todos estaban demasiado ocupados pensando en el fin de semana y los deberes como para pensar en los enanos de primero, aunque desaparecieran durante un día entero o incluso más. Esto era lo que hacía el lugar tan apetecible, aparte de ser espacioso y, además, les recordaba que, a pesar de todo, sus padres eran unos héroes, alguien a quién merecía la pena recordar con orgullo. Bueno, a todos les valía eso menos a Scorpius, ya que sus padres eran muchas cosas, pero precisamente héroes no. El niño se secó una lágrima rápida, intentando que nadie lo notara con la suerte de solo dar con la conciliadora mirada de Nig, que como tantas veces jugueteaba con aquel que había sido el último invento de su padre en un rincón apartado de la sala. En ese momento notó como algo le taladraba la cabeza: “Tienes suerte, al menos tus padres están vivos”. Scorpius se removió nervioso, no sabía de donde venía aquello, pero no era ni de lejos agradable, aunque le recordaba a algo, algo lejano que ya había oído alguna vez quizá en una historia…Movió la cabeza varias veces para disipar esos pensamientos, recordándose a sí mismo dónde estaba y por qué había venido, intentando no irse por las ramas en una de sus paranoias. Cuando consiguió volver a la realidad se encontró con la mirada entre curiosa, preocupada, y algo divertida, de Albus. Sonrió y fingió encontrase perfectamente, aunque antes echó una mirada rápida hacia atrás, esperando encontrar al propietario de la misteriosa voz, lógicamente, sin ningún resultado. Después se reunió con sus amigos para contarles lo sucedido, olvidando así aquel mensaje que, sin duda, se repetiría.

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